miércoles, 28 de junio de 2017

Una casa y una elegida






Era tanto el anhelo de Victoria de tener una casa en el campo, alejada del mundanal ruido de la gran ciudad, que no titubeó al brindársele una ganga de una familia que se iba a otro país.

Así que ahora era propietaria de su sueño, bella, acogedora, espaciosa, cómoda, decorada con gusto, ambiente tranquilo y armónico, oyendo el trinar de las aves, el canto de los grillos, el croar de las ranas y sapos desde el aljibe cercano. ¿Qué más podía desear?

Ni corta ni perezosa, se mudó rápidamente con su niño Joaquín de seis añitos. Ella era madre soltera y le prodigaba el doble de amor, cariño, atención y ternura.

El infante estaba sorprendido y feliz. Se la pasaba jugando y curioseando la casa y el ambiente cercano. Ella lo miraba sonriente desde los grandes ventanales laterales, mientras escribía sus poemas y una novela la cual la ocupaba ya dieciséis meses y que titularía: “El derecho de ser feliz”



Después de un mes en que ya marchaba satisfactoriamente el proceso de adaptación, empezó a ver desde el rincón del estudio, una luz azul que se encendía y apagaba como un semáforo, en forma intermitente, llamando su atención y cierta curiosidad, despertando un pequeño temor al ocurrir todos los atardeceres cuando se opacaba la luz del sol y se empezaba a filtrar la oscuridad.

Recordó los cuentos de su abuela, sobre tesoros enterrados y selección de ciertas personas para que lo encontrasen.

Dejó de prestarle atención, concentrándose en otras actividades, pero resultaba difícil porque la luz se movía en zigzag y parecía llamarla…

Un atardecer decidió investigar el origen de aquel resplandor que ya se había convertido en una incógnita más que una molestia.

Salió de la casa, dio unos cuantos pasos en dirección hacia aquella luz…la obscuridad dijo presente…se animó a dar otros pasos… la intermitencia de aquella luz reapareció, aquí ya desapareció su duda, algo o alguien estaba jugando con sus nervios, arrojó al aire un ¿Quién anda por allí? …su grito llenó el terreno, el silencio de la luz inquieta y titilante, fue la única respuesta que logró recibir.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, estaba indecisa… ¿seguir o no?, su curiosidad se enfrentó a su miedo…y escuchó la voz de su hijo, que paradito en la puerta de la casa la reclamaba… ¿Mami, dónde estás?

Al día siguiente, después de desayunar, tomó una urgente decisión, viajaría hasta el pueblo para comentar con el comisario sobre la extraña luz que perturbaba la tranquilidad de su hogar.

Al día siguiente, después de desayunar, tomó una urgente decisión, viajaría hasta el pueblo para comentar con el Jefe de Policía sobre la extraña luz que perturbaba la tranquilidad de su hogar.

En el trayecto hacia la ciudad pensaba en que la mayor concentración de la luz azul que veía, estaba en el rincón del estudio y que se diseminaba hacia el recorrido que hizo persiguiéndola para constatar que se regresaban los haces de la misma, girando en círculos y concentrándose en el mismo.



Al llegar, a la Estación de Policía, narró al inspector de turno, lo que le ocurría. Él se mostró sumamente interesado y le dijo que allí vivió un señor que era muy rico y que comentaban que había dejado dinero enterrado.

Así que el inspector buscó un equipo que detecta metales y regresaron a la casa. Al llegar, inmediatamente fueron al sitio indicado, pasó el aparato en movimientos circulares y no funcionó. Quedaron de acuerdo que lo harían de noche. Cuando volvió el Inspector a punta de siete de la noche, el no veía la luz, Se retiró desanimado, pero se le olvidó su herramienta.



Al rato, tocaron la puerta y oh sorpresa… era el tío Ramón que venía a visitarla y a pasarse unos días. Después de acomodarlo y cenar, le contó lo que pasaba. Él le dijo que seguro era un fantasma que le quería decir o mostrar algo. Muy posible era dinero, tal vez morocotas que tenían mucho valor en su tiempo porque eran monedas de oro. Despertó tanto su curiosidad que se prestó a colaborar.



Llegó nuevamente la luz azul que él no veía, lógicamente, porque la aparición era para ella, la seleccionada, y entonces decidió ignorar aquellos fantasiosos espejismos, que no resultaban completamente extraños, pues en más de una oportunidad, mientras estaba abocada en sus escrituras, se posesionaba en demasía, al punto tal que creía ver fantasmagóricas apariciones, como la actual.



No obstante sugirió a su tío, dejar de lado todo el asunto, éste, dueño de su acostumbrado deseo de resolver todo problema que encontraba a su paso, insistió en llegarse hasta el lugar de la supuesta luz, pues estaba convencido que era un señal, y por lo tanto, no era lógico olvidarse de tal anuncio, como lo consideraba. Y provisto de una buena pala, que siempre llevaba en su vehículo, dijo…

–Quédate tranquila, sobrinita, voy para allí y ya verás que lograré develar el secreto-



Pasa una escasa hora y vuelve a la casa don Ramón, con cara de cansado. Se sienta y con pausadas palabras explica…

-Mientras cavaba, creo haber escuchado una voz, por supuesto no vi a nadie, pero interpreté con suma facilidad lo que me decía…**Victoria es la que debe llegarse hasta aquí, pues para ella es el mensaje, el tesoro aquí enterrado, sólo ella tiene el privilegio de recibirlo, entonces ya podré descansar en paz verdadera**



La más que asombrada dueña de casa, no podía dar crédito a lo que escuchaba…

pero la curiosidad tiene cara de gato.

Aunque con cierto temor, se puso de acuerdo con su tío Ramón y decidieron después que se durmió su niño, ir a ver desde el comienzo de la luz detrás de la arboleda del patio.

Haciendo caso de que ella debía hoyar, lo hizo.

Al rato de su insistencia y de palear tierra, sonó algo metálico, era un cofre plateado.

El tío le hizo seña que lo abriera ella misma. Dentro había un mapa. Al revisarlo y estudiarlo, se dieron cuenta que el verdadero tesoro estaba en el rincón del estudio, donde la luz se visualizaba con mayor esplendor y energía.



Así que se fueron corriendo a la sala y se dedicaron a revisar minuciosamente cada rincón…en busca de un indicio, de alguna señal escondida…hasta que uno de los dibujos del panel de madera que cubría todas las paredes del recinto, les llamó la atención en demasía, como si por equivocación fue colocado al revés; palparon, dieron unos suaves golpecitos…nada ocurrió…hasta que se percataron de un casi insignificante circulo de color negro, que ahora les resultó completamente llamativo entre el contorno. El tío Ramón, provisto de un cuchillo de punta, traído de la cocina, apretó sobre tal punto, que ante la sorpresa de ambos, cedió…un pequeña puertita se abrió ante sus ojos, un protegido hueco guardaba en su interior un bolsa de tela gruesa, al extraerla del escondite, percataron con suma claridad, el tintineo típico de monedas…colocaron el hallazgo sobre la mesa…decenas de monedas, aparentemente de oro alumbraron sus ojos, una trozo de papel las acompañaba, un preciosa caligrafía anunciaba…



///Cada moneda representa un año de mi paso por este mundo, afortunado el acreedor de ellas ///



Sin dudarlo, las contaron, ochenta y ocho. ¿Tendría eso algún significado? Bueno, ante la tremenda sorpresa y emoción no pensaron más en eso.

Ahora haría reparos necesarios a su recién adquirida casa, editaría algunos de sus libros, le daría algo a su tío Ramón... en realidad, pronto sabría el monto real en dinero del tesoro encontrado.

Como por arte de magia, o superstición quizás, al observar por la ventana, por más que trataron de apreciar la luz una y otra vez, ésta había desaparecido para siempre.




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Autores
Trina Mercedes Leé Montilla de Hidalgo (Venezuela)
Beto Brom (Israel)

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*Registrado/Safecreative N°1704181816502
*Imagen de la Web
*Música de fondo: G.F. HANDEL/Concerto Groso Op.6




2 comentarios:

  1. ¡Qué hermosa esta enigmática historia!, mi querido amigo Beto....¡qué buena suerte la de esa señora de poder hallar tal tesoro! aunque lo de la luz francamente da un poco de temor....yo no sé que haría con algo así en una casa donde viviera sola....Me encantó la buena narrativa de ambos, Trina y Beto....a ustedes mi felicitación y mi abrazo fraternal.

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    1. Contentos con tu visita, amigaza.
      Nos alegra al saber que nuestro relato ha sido de tu agrado.
      Abrazotes de ambos para ti...

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