lunes, 15 de mayo de 2017

El pasado vuelve



Se levantó más temprano que de costumbre, no obstante le agrada gozar el calorcito de las suaves frazadas y dejar libre su pensamiento en esos momentos de modorra o mejor dicho de "mimosearse a sí misma"; algo la casi obligó a salir de la cama, calzó sus preciosas pantuflas, regalo de su mami, en el último cumpleaños, ese que no se alegró mucho de festejarlo, pues le anunciaba que había cambiado de decena, y quisiera o no, ya estaba en la tercera.

Sí, un ruido raro... pareciera venir del salón...al salir de la habitación, el ruido cesó, encendió la lámpara del pasillo y lentamente fue al salón, y allí se encontró con un enmascarado que trataba de escapar por el ventanal que daba al jardín...el susto junto a la sorpresa de ambos, los dejaron quietos, sin saber lo que hacer...

   -No se asuste, no robé nada, ya me voy...
   -¿Quién eres...que haces en mi casa?... ¿Si no viniste a robar para que estás aquí?- mientras hablaba los dientes le tiritaban del miedo.
El sorprendido intruso, al ser descubierto, trató de huir, pero dio un mal paso y cayó al enredarse con el grueso cortinado.

Betty, aprovechó el desliz...corrió hasta su celular para solicitar ayuda...

   -No señorita, no llame a la policía, ¡¡POR FAVOR!! No robé nada, repito, no hice ningún daño, perdóneme- mientras expresaba esas palabras, trató de incorporarse, pero no lo logró pues la dueña de casa le arrojó el florero que estaba sobre la mesa, y con tan buena puntería que cayó justito sobre su cabeza, y en dicho momento, perdió el conocimiento.
Betty asustada miró como brotaba un hilito incesante de sangre de la cabeza del intruso, atemorizada no acertaba a pensar claramente tenía nervios, miedo, y una sensación de escalofrió recorrió su cuerpo, olvido la llamada por teléfono, que minutos antes intentaba hacer, y rápidamente corrió a su clóset donde solía guardar algunos medicamentos y enseres para primeros auxilios, tomó agua oxigenada, vendas, jabón, alcohol, y tela adhesiva...cogió con miedo la cabeza del intruso y observó sus facciones bellas, casi infantiles de aquel mozalbete... algo de sus recuerdos juveniles se movió, en su mente aparecieron ante sus ojos sus padres rígidos, severos e irracionales.¿ por qué no le había permitido hacer las cosas bien con su novio Arturo?

Ese joven que antes miedo le había dado... se parecía mucho a un novio antiguo...y además...de repente el joven se empezó a incorporar e intento levantarse...y enfadada le dijo: ¿Oye quién eres? y el chico dijo asustado…-¿Dónde estoy?- al tiempo que se frotaba la cabeza...

Betty se asombró de la reacción del joven ladrón; pensó sobre la posibilidad de que el golpe recibido por el jarrón haya ocasionado la pérdida de la memoria, pero estos pensamientos poco duraron y quiso convencerse de que todo era producto de un ardid del asaltante para evitar posibles y nada agradables consecuencias si es que ella decidiera llamar a la policía, para que aclare el asunto.
   -Escúchame, ladronzuelo barato, termina de una vez con este teatro, no creo tu escena de la perdida de la memoria, pues entonces, me dices quien eres, y porqué asaltaste mi domicilio, rápido o en su defecto llamaré a la policía, y ellos ya sabrán cómo tratarte, no pretenderás que pierda más tiempo contigo, ¡¡mequetrefe!!
   -No le miento, ¡por favor créame!...no recuerdo nada, no sé quién soy, ¿Qué tengo que hacer para que me crea?

Nuevamente Betty sintió un vértigo en el estómago, aquel chico de escasos diez y seis años se parecía a...no, no puede ser…
Ella sentía algo por aquel joven, aún no entendía por qué le resultaba tan familiar. Su tez blanca, y su pelo...le recordaba al de Arturo, aquel muchacho que un día finalmente se acercó a ella y tímidamente deposito un beso en sus mejilla.



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Era un mañana fresca, clara y calurosas del mes de abril cuando al encaminarse a la escuela, Arturo la abordó, y sin más le estampó un beso dulce en sus mejillas.
Ella se ruborizó y a partir de aquel momento, siempre salían juntos.
Hasta que un día sintieron el amor inmenso al unirse los dos, pero él era solo un estudiante y ella, una chica de familia muy estricta. Muy pronto se dieron cuenta que, ella estaba perdiendo su delgada figura y temerosa de enfrentar a su familia, mintió argumentando que debía ir a otro pueblo a terminar sus estudios...allá nuevamente se encontró con Arturo, y un día esplendoroso tuvieron un hermoso niño; pero sus padres llegaron un día a la escuela donde dijo ella que estudiaba, y descubrieron que nunca había entrado a clases, investigaron y sus sueños felices se vinieron abajo... Ella regresó a casa y para evitar comentarios mordaces, dieron en adopción a su hijo. Betty procuraba investigar a donde se había ido su hijo, pero nunca lo supo, y Arturo también desapareció de su vida... sus padres se habían marchado con otra hermana y ella en su soledad los recuerdos le mordían al alma ahora este joven de tez blanca y joven se parecía a...su antiguo novio.

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La voz del joven la volvió en sí:

   -¿Señorita le sucede algo? ¿La puedo ayudar?

Betty lo miró con lágrimas en los ojos y tiernamente lo abrazó y tomándolo de la barbilla le dijo:

   -Estoy mejor que nunca… ¡ven vamos a curarte!, ¡te llevaré al hospital!

Así decía al tiempo que una sonrisa aparecía en su cara y en sus ojos una chispa de alegría radiante de volver a empezar...


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Autores:

Celeste Hernandez Hernandez (México)

Beto Brom (Israel)




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*Registrado/Safecreative N° 1703010866718

*Imagen de la Web c/texto anexado







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