Pensamientos van, ideas vuelven, y despacito creamos, con mis amigos, unos interesantes Duetos Literarios y Relatos a dos manos.
Quedan toditos invitados a leerlos y deleitarse.
Shalom
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*Amigo mío, te confieso que en mi alma hay una sed muy grande de escribir. Y muchas veces tengo visiones de paisajes desconocidos, de valles con árboles azules y lagos de escarcha... Y el silbato de un tren que regresa del pasado, de mi niñez recóndita, lo llena todo; entonces empiezan a fluir las palabras, y es como si alguien me dictara en mi espíritu...luego ya nada me detiene y escribo febrilmente los versos libres....y mi alma se sacia. Dime amigo, ¿cómo es que vas sembrando la semilla prodigiosa de tus letras?
*Recuerdas tu niñez y vuelven vivencias grabadas en el camino transitado… Mencionas un imaginario tren que empuja todo tu ser a continuar creando y convertir, con tus versos un mundo mejor, ¿quizás? En cuanto a tu consulta, te diré que mis garabatos, pues así los llamo, llegan como consecuencia de albedrío que otorgo a mi diestra, es como si mi imaginación, deseosa de abarcarlo todo, la utiliza sin consultar mi opinión. Me atrevo a decir que soy lacayo de mis sentimientos. ¿Resulta inverosímil aceptar esta situación?
*Oh, amigo.... ¿cómo puedes llamar "garabatos" a las hermosas letras que brotan de tu pluma con maestría? Dices asimismo que eres esclavo de tus sentimientos, y yo lo creo...ya que algo parecido me sucede a mí. Pero es una esclavitud dichosa que me lleva por laberintos de luz y sombra, donde dejo de ser yo misma, y de pronto ya no sé quién soy. La poesía me ha vencido, me envuelve en sus alas, y yo sé que un mundo ignoto vive dentro de mí. Un mundo de esencias azules, de perfumes de paz...y ya no vivo yo.... es la luz que vive en mí....
*En tus líneas alcanzo a vislumbrar un estado de expectativa, me atrevo a catalogarlo como una gestación de un viaje, un posible y requerido traspaso a otro mundo. Sin duda, sentimientos entrelazados con anhelos adornan ese camino que intentas describirme, ¿me equivoco? A las huellas que van quedando en mi andar por la plana blanca, ansiosa de recibirme, las llamo garabatos, pues son simples bosquejos de un idóneo principiante en el arte de la escritura, como me considero.
*Lindo es tu humilde sentir acerca de tus bellas letras, amigo...y estoy tan acostumbrada a tu estilo, que me es muy familiar, te lo confieso. Y así es como tú dices acerca de mis versos, en efecto. Pues es como si dentro de mí existiera en realidad otro mundo....mis letras son como ninfas extraviadas en la floresta apacible de mis sueños. Son terciopelos azules donde viajan suavemente las estrellas...Mis poemas son espejos en los cuales se refleja sutilmente el Santo Espíritu de Dios....son como visiones de paz extraídas tras un velo....como brotes naturales de un alma silenciosa y agreste. Ese es el mundo escondido que vive dentro de mí.
*Una vez más entrelazamos nuestras plumas, una vez más logramos acercarnos para compartir formas de escritura tan distantes entre ellas, no obstante, saben viajar paralelas, a semejanza de las gaviotas que acompañan a los barcos. Nuestras letras se mantienen unidas por una onda de comprensión mutua.
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Autores Ingrid Zetterberg de Espinoza (Perú)
Beto Brom (Israel)
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*Registrado/Safecreative N°1711034732582 *Imagen de la Wen c/texto anexado *Música de fondo: MOZART-Concerto N° 5/Anne Sofhie-Muter, violín
*Como todo ser humano caminamos por la vida esperando ser acogidos, respetados y queridos y, a su vez, otorgar lo mismo a los demás sin distinción alguna, pero, ¿qué pasa en el Mundo?, ante el primer desacuerdo, en el ámbito político, religioso o el que sea, la violencia se hace presente y determinados grupos o pandillas hacen detonar enfrentamientos internos y/o externos para hacer valer su postura, comenzando con ello la retirada de la Paz como también, muchas veces, el de la Libertad.
*Una temible verdad estás anunciando, a semejanza de un preámbulo de una obra cercana a estrenarse, en la cual todos los personajes jugarán el papel de sus vidas. Uno a uno, escondido y protegido tras su máscara, expondrá el máximo de su maestría para representar la primera y única función que contará la historia de un mundo que no tuvo futuro. No hay duda, sin Paz y sin Libertad, la vida carece de sentido.
*Son tantas las interrogantes que una se hace, como por ejemplo, ¿cómo se puede remediar los estragos que causa la violencia y cómo se puede y/o podemos restaurar actitudes más constructivas para así evitar la historia del mundo sin futuro? ¿Será posible que el único antídoto del cual disponemos es que todos vayamos a una contienda para impedir esa violencia que aborrecemos? ¿No es algo paradójico el solo pensarlo o imaginarlo?
*No olvidemos, querida amiga, que desde que aparecimos en este mundo, luchamos, ya en aquél comienzo, para subsistir; inclusive ideamos elementos de ayuda para lograr nuestros objetivos, y entre ellos ocuparon un destacado valor las armas, que llegaron, en oportunidades, a socorrernos y es más a generar en nosotros el sentido del poder, lo cual logró, a través del tiempo, convertirnos en poderosos y fue allí donde, paulatinamente, comenzó a cambiar nuestra idiosincrasia. Pues entonces, si tenemos en cuenta la consabida trasformación, quizás podríamos comprender y responder a todas tus inteligentes preguntas, ¿no lo crees?
*Efectivamente, amigo Beto, desde que aparecimos en este mundo hemos luchado por subsistir y con ello hemos ido sufriendo mutaciones o alteraciones en el curso del destino de la Humanidad permitiendo, lamentablemente, que el germen de la violencia se aloje en nuestras mentes y en nuestros espíritus. Hoy en día tenemos un estándar de vida superior al que disfrutaron generaciones anteriores, sin embargo, todo lo que constituye la construcción actual de la vida no es capaz de conducirnos hacia un nuevo norte donde podamos vivir en paz dejando de lado el mosaico belicoso que nos ofrece el panorama del Mundo. ¿Será, entonces, que por subsistir hemos tomado desde el comienzo de la vida un camino errado y hemos seguido construyendo sobre bases falsas y poco sólidas?
*No, querida amigaza, por favor, no debemos generalizar, dejemos ese ardid en manos de los estadistas, que con tal de efectuar diagramas y conclusiones, son capaces de introducir todos los parámetros en un solo recipiente, sin hacer distingos. Lo que sí, interpreto, que ha ocurrido y es de lamentar que aún en la actualidad padecemos de tal “falla”, por la cual sectores enceguecidos se vuelcan al extremismo, arrasando las bases mismas de la humanidad, y logran, escondidos tras banderas falsas, embaucar a multitudes, convirtiéndolas en masas sin conciencia, capaces de aniquilar todo lo que encuentran a su paso. No debemos desesperar, miremos siempre adelante, con la frente bien alta, manteniendo firme la consigna de Paz, en pos de un mundo mejor.
Iba Matilde a la escuela, mientras caminaba por calles llenas de médano, en pleno corazón del llano, sin aguantar la tentación de detenerse de tramo en tramo, para recoger hicacos de arbustos frondosos. Cursaba el cuarto grado, la acompañaban sus dos hermanos. Era un pueblito rodeado de garzas blancas y corocoras, de lagunas encantadas como la de Las Mujeres, con patos silvestres nadando, entre tupidos follajes que le brindaban al paisaje, una belleza increíble.
Así transcurría su vida, entre estudios y juegos inocentes, donde ella era la mamá, Johnny el papá, y los otros hermanos, los hijos, tal vez copiando el patrón de su hogar y los oficios que realizaba su progenitora. Tenían un rancho en el patio, donde cocinaban lo que se llevaban de la alacena. Allí compartían, se bañaban con una manguera introducida dentro de un pote al que le hacían huecos con un clavo para convertirla en la regadera, en fin, eran ¡tan felices! Su padre era ecónomo en una compañía que construía carreteras y por eso viajaban y se mudaban mucho, cuestión que agradaba a Matilde y que forjó en ella un espíritu aventurero. Cuando llegaba su tía Hilda, hacia su maleta y se iba con ella a Caracas. Allí estudiaba un grado de primaria y luego, otro en diferente población.
Así estuvieron, hasta que cursaba el sexto grado, cuando la mandaron a llamar urgente de la capital porque se iban para las tierras andinas de donde era su mamá. No sabía la causa de ese viaje tan repentino. Igual iba emocionada aunque con mucho susto porque la carretera era angosta con tantos precipicios que la obligaban acostarse en el piso de la camioneta. Cuando llegaron de noche a la ciudad de Valera, empezaron a buscar la dirección de las hermanas de su mami. Al fin dieron con una de ellas llamada Altagracia y se alojaron esa noche mientras conseguían una vivienda para alquilar. El encuentro fue emocionante, duraban tantos años sin verse que sabe Dios cuántas cosas tenían por contarse, Se anexó la hermana Chinca y todo fue un jolgorio hasta el amanecer. Matilde estaba asombrada por la forma como hablaban. Era un dialecto diferente al que estaban acostumbrados. Uno de los primos se cayó y vino la mayor a decirle Altagracia: -Mamá se cayó el chiche y se hizo un ¡chichote! A lo que la tía contestó: -¡Échele agüita! Matilde no aguantaba la risa, pero disimulaba.
Consiguieron una casa alquilada de alguien que formaba parte lejana de la familia. Era cómoda, espaciosa, sencilla, con un gran patio. Todo era alegría y sorpresas, encuentros, visitas, paseos, nuevas y gratas vivencias. Las hermanas de Antonia, que así se llamaba su mamá, empezaron con la preguntadera y aconsejadera… y ¿Matilde no sabe aún la verdad?, tenías que habérselo dicho desde hace tiempo. ¡Ella tiene derecho a saberlo!
Tantas fue la insistencia, que un día David, su padre, la llamó y le dijo, siéntese aquí que vamos a conversar… Lo que quiero decirle es algo que hemos tenido en secreto y ya es hora de que lo sepa… Usted no es hija nuestra… y antes de captar el mensaje que escucharon sus oídos, éste prosiguió…un día gris y frío alguien dejó un canastito en nuestra puerta, y allí dentro, envuelta en unas mantas lloraba un pequeño retoño…no salimos de la sorpresa, pero rápidamente nos ocupamos de arroparla y alimentarla, pues de una hermosa niña se trataba, sin dudarlo la llamamos Matilde, a consejos del abuelo Frank, alemán de nacimiento, pues no explicó el significado del nombre propuesto, “guerrera y valiente”, y todos aprobamos su iniciativa; con el tiempo fuiste una más de la familia, todos te cuidamos, y el tiempo pasó… Matilde, con los ojos cargados de lágrimas, alcanzó a balbucear… pero…no puede ser…entonces no soy de la familia…salió corriendo al patio se tiró al suelo y empezó a llorar como nunca, se sentía triste, asombrada, se preguntaba internamente tantas cosas, aunque nunca había notado diferencia alguna en relación al trato, más bien era consentida por ser la única hembra.
Las tías estaban satisfechas, en el fondo; las entusiasmaba el haber revuelto el avispero al descubrir un secreto guardado por tantos años, cuestión que no debe ocurrir porque los derechos del niño, se violan sin más intención que evitar una decepción. Lo aconsejable es ir diciendo la verdad desde la más tierna edad y se incurre en este error por el mismo amor que se siente hacia la criatura para la cual no se ha puesto reparo ni obstáculos para levantarla, formarla y educarla.
Así que entre las clases, el compartir con la familia, las nuevas amistades, colegio y maestra, se fue disipando la tristeza, todo se convirtió en la fuerza de costumbre por la sana, alegre y armónica convivencia en ese hogar tan feliz.
Y una tarde, Matilde junto con sus hermanos y primitos jugaba en la plaza del pueblo, era un día festivo, muchas familias con sus hijos colmaban el lugar, los vendedores ambulantes ofrecían, a toda voz, sus mercancías, para conseguir la atención de mayor cantidad de clientes.
Una señora sentada en uno de los bancos que rodeaban el predio de los juegos, observaba a los pequeños diablillos que correteaban, sus risas y gritos inundaban el ambiente de fiesta; sus ojos se centraban en una niña, ella la atraía en particular, sintió necesidad de acercarse, tocarla, hablarle, abrazarla y besarla; pero una fuerza interior se lo impedía, lagrimas brotaron de su ojos, un frío cubrió todo su cuerpo, aunque gozaba estar allí y verla, prefería esfumarse y desaparecer, no podía soportar el dolor, la impotencia.
Una pelota rodó y quedó trabada bajo el banco donde estaba, dos niñas corrieron y se acercaron para recogerla, una de ellas, la miró en los ojos y mientras se agachaba para recuperar la pelota, le dijo: ¿por qué llora, señora, se siente mal?- Quiso responder, no obstante, las palabras agolpadas en su boca, no lograron salir, aquello era demasiado, se levantó, y a pasos acelerados se alejó de allí, perdiéndose en el público.
Matilde sosteniendo la pelota le dice a su amiga Juanita, -¿Le viste la cara a esa señora, estaba triste, lloraba, pobrecita, quién sabe por qué?, bueno… vamos a seguir con el juego, todos nos esperan.
Todo esto demuestra que las acciones indebidas se pagan con el castigo del cargo de conciencia, los sentimientos de culpa, la intranquilidad emocional y que el verdadero padre es el que cría, no solamente, el que engendra.
A modo de presentación.... Corre la tarde veloz, poniendo tintes de luz e impregnando de diversos aromas y sonidos al paisaje.
Corre otoño, en un lugar del planeta.
Mira con insistencia las agujas movidas por kronos, ansiosa espera la hora señalada, a la vez que pregunta ¿Tendré suerte? ¿Podré? ...La brisa le responde:
-Espera...aprende a esperar...
Lejos en el tiempo, pero cerca en el pensamiento, Felipillo estaba inquieto, no podía concentrarse en una sola idea, la naturaleza revoloteaba a su alrededor, todo pareciera anunciar la llegada, inesperada, de una noticia que lo alegraría, debería esperar, pero… ¿Cuánto?
Hondonada abajo, ella suspiraba ansiosa…parecía que el tiempo se detenía he imposibilitaba los hechos…Se desplazaba aparentemente sin rumbo, pero era lo que correspondía a su naturaleza fluida y estética;… ¿Hoy sería?.
Ahhhhh ¡¡¡ojalá!!!
No quiso aguardar…la impaciencia, propia de su estilo de vida, lo incitó a dar el primer paso, adelantando el encuentro con la acreedora de sus señales…su ser bullía de entusiasmo…aceleró sus pensamientos…vibraciones elevaron a la enésima potencia las ondas irradiadas…en realidad todo su ser, completo y contundente fue quien salió a la búsqueda…
Tomó el sendero, que estaba festoneado de dedalitos o deditos de hadas, esplendidos en un naranja vibrante y aromático. Se dejó llevar por el murmullo del arroyo cercano y ya convencido, trazó una figura en el aire…
Este acontecimiento no pasó desapercibido por ella, en el otro extremo y resuelta emprendió el camino del encuentro. Le costaba un poco, porque su corazón hablaba en latidos verbales, pero su voz no era escuchada…pero sospechaba que pronto…muy pronto seria escuchada…
Felipillo no dejaba de captar señales…quizás vibraciones de un alma cercana… ¿Acaso eres tú, mi compañera de aventuras?, anhelo reencontrarnos, y así volver a deleitarme con tu cercana presencia…desde lo más profundo de su corazón comenzaron olas de cariño que lentamente coparon todo su cuerpo.
Y así, como envuelta en una nube de algodón la percibió…no era espejismo…no estaba en un sueño, era ella… El infinito tendió su red abriendo senderos en el éter….fulminó obstáculos…sembró tintes que sabían a mieles….las aves desplegaron sus alas en vuelo de libre juego…
…y ella respondió acariciando la brisa…jugando con las nubes, recibiendo con ternura cada gota de lluvia.
Y vibrando desde su esencia….se elevó junto a las mariposas azules, que en ese momento se anunciaban a la vida.
Suaves acordes de una orquesta lejana, acortaban distancias, la melodía impregnaba cual rocío, el predio acordado para recibir el encuentro de aquellas almas que anhelaban consolidar sus sentimientos. Nada impediría lo previsto.
El perfume se hizo más corpóreo, la brisa más ondulante y las aguas se agitaron en suave murmullo…
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María de los Ángeles Roccato (Argentina)
Beto Brom (Israel)
******* *Registrado/Safecreative N°1709173533139
*Imagen de la Web c/texto anexado
*Música de fondo: MOZART, concierto 20 /Romance Gulda
Camila se hallaba sentada frente al
ordenador, tenía un anotador y una lapicera a un costado del mismo. Sus ágiles
dedos habían escrito en el buscador TURISMO ESTUDIANTIL y aguardaba con
ansiedad que el circulito celeste dejara de girar para que se abriera la página
mostrando las distintas opciones.
Cursaba el cuarto año en un colegio
mixto y ya era tiempo de ocuparse de elegir la compañía de turismo responsable
de dar cumplimiento a su sueño, el de emprender junto con sus compañeros el
viaje de egresados.
Tomó nota de los datos de cada una y de
sus correspondientes servicios, luego los cotejaría con los recogidos por sus
compañeros en otras fuentes.
En algún otro lugar Ernesto tomaba mate
en compañía de su mujer, era su único día franco. Se desempeñaba como chofer de
larga distancia y, si bien contaba con un buen ingreso, había que mantener a
una familia numerosa, por lo que su presupuesto no alcanzaba para cubrir más
allá de lo esencial.
No estaba de acuerdo con la política
llevada a cabo por los dueños de la empresa donde trabajaba, pero no le quedaba
otra alternativa que acatarla, pues ya se había presentado a dejar su
currículum en todas las de la competencia y éstas se rehusaron a contratarlo, porque
en los análisis previos había salido a la luz su úlcera gastroduodenal. En
cambio, la compañía que lo empleó no le pidió realizar ningún examen médico.
Camila ya había elegido el lugar que
deseaba visitar. Su sueño era conocer el Norte del país: Jujuy, Salta, la
pequeña Tucumán… Ahhhh, de sólo pensarlo se conmovía toda…
También decidió la compañía de
transporte que le pareció más conveniente, en especial por el bajo costo,
detalle más que importante dado el presupuesto bastante apretadito con el cual contaban;
además el nombre de la empresa: “Nosotros en el camino” le había encantado
desde el primer momento.
Ya provista de los datos pertinentes
viajó hasta el colegio para encontrarse con los otros tres compañeros, que
junto con ella formaban el grupo organizador de la tan esperaba excursión.
El Jefe de Ernesto le había comunicado
que estaba primero en la lista para cubrir el servicio de la zona Norte, y que
como era la época de finalización de clases, habían publicado y
distribuido panfletos con los itinerarios
y precios, detallando la totalidad de
zonas que abarcaban sus excursiones. Al saberlo, preguntó si todas las
unidades habían sido preparadas como correspondía, la respuesta corta y concisa
-¡¡Todos nuestros vehículos están en perfectas condiciones!!- no le dio cabida
a refutar tal detalle. Sabía, por conocimiento de causa, que la cruda verdad
estaba muy lejana de lo expresado, razón por la cual decidió llegarse hasta los
talleres de la compañía para revisar personalmente el ómnibus que se le había
otorgado.
Una vez que Camila se reunió con los
otros organizadores del viaje, que habían sido designados por votación unánime
de sus compañeros, tomó la palabra:
-Esto es lo que hallé en internet, no
hay mucho para elegir que se adapte a nuestro presupuesto. La tendencia actual
es viajar en avión y nosotros estamos lejos de poder acceder a ello, de modo
que tomé nota de tres empresas que se manejan con micros.
Y mientras decía esto entregaba
fotocopias con la información recopilada a cada uno de sus compañeros. Había
resaltado con color la que le parecía más apropiada.
Johana, por su parte, mencionó a dos
compañías: “Rutas Argentinas” y “Se hace camino al andar”. La primera había
sido recomendada por un primo que había contratado sus servicios y se mostraba
satisfecho. La otra contaba con una larga trayectoria y estaba avalada por
muchos colegios.
Ariel aportó el dato de una empresa que
le dio su hermano, aunque éste se remontaba a varios años atrás, por lo que no
fue tomado en cuenta.
Y Germán, como era de suponer, aconsejó
utilizar los servicios de la compañía de
turismo que dirigía su tío. Deliberaron sobre la conveniencia de
incluirla en el listado, puesto que su contratación podría prestarse a
suspicacias. Tras un breve debate resolvieron dejarla afuera, de manera que la
elección recaería sobre una de las empresas aportadas por Camila y Johana.
Después de evaluar las particularidades
de cada una optaron por “Nosotros en el camino”, debido a una significativa
diferencia en el precio de los pasajes.
Ernesto sabía, por comentarios de otros
choferes, que la ruta hacia el norte argentino tenía sus bemoles, por aquello
del apunamiento, ya que llegando a Catamarca el camino iba en ascenso. Y mostró
preocupación ante la decisión de sus superiores de otorgarle ese recorrido.
Debía verificar dos asuntos importantes: uno era el estado del micro que se le
había asignado y el otro tenía que ver con su salud.
La empresa donde trabajaba no se
caracterizaba por mandar a sus choferes a realizarse controles médicos, por lo
que decidió ocuparse de ello por su cuenta. De paso consultaría si su úlcera
constituía impedimento para ese tipo de viaje.
Tampoco le dedicaban demasiado tiempo a
la revisión de los micros, algo que Ernesto pudo comprobar apenas echó un
vistazo a la unidad que le tocaba conducir, motivo por el cual solicitó a un
mecánico ajeno a la compañía que evaluara a fondo el vehículo, para poder
ratificar o erradicar sus sospechas.
El mecánico particular revisó la unidad
en profundidad, al finalizar frunció el ceño y luego preguntó:
-¿Hace mucho que no le hacen
mantenimiento?
Ernesto sonrió con ironía y se limitó a
decir:
- Por algo te llamé…
- No podés ir al norte con un micro en
estas condiciones, a duras penas llegaría a Santa Fe. Exígeles que te lo pongan
a punto, yo no puedo meter mano
- ¿Tan grave es? – preguntó Ernesto,
alarmado
- Sólo con mirar el estado de las gomas
te das cuenta… ¡Están lisas! Y ni hablar de los frenos, mejor no me explayo.
Pedí que le hagan un service general. – concluyó el otro
Y dicho esto, el hombre se despidió.
Ernesto le dio las gracias y decidió que hablaría cuanto antes con los
directivos para hacerlos entrar en razón.
Transcurrió el tiempo y los chicos –ya
cursando el quinto año- no veían la hora
de cumplir con su sueño, el de realizar su viaje de egresados.
Pese a que el costo del pasaje y la
estadía estaban siendo abonados por sus padres en cuotas accesibles, ellos no
deseaban perderse una sola excursión, y el paquete turístico incluía sólo dos,
de modo que el resto corría por su cuenta.
Entonces resolvieron recaudar fondos
por medio de la creación de rifas, también organizaron bailes y ferias del
plato, contando con el permiso del colegio. Y todo ello les aportó una buena
cantidad de dinero para llevar a cabo sus objetivos.
La compañía “Nosotros en el camino” le
reconoció a Ernesto que el micro que le habían asignado se hallaba obsoleto y
se lo cambiaron por otro. Pudieron haberlo despedido y así evitaban seguir
soportando sus quejas, pero se trataba de un chofer responsable y no deseaban
prescindir de sus servicios, al menos por el momento.
No obstante, la unidad que le
entregaron en reemplazo de la otra y que se suponía ‘nueva’, ya tenía muchos
kilómetros recorridos en su haber. Resultaba evidente que no eran partidarios
de soluciones de fondo, todo lo arreglaban con ‘parches’.
Segunda parte
La semana anterior al viaje se habían
reunido todos los participantes (cincuenta y dos), incluidos un representante
de los profesores, un delegado de la Comisión de Padres y una enfermera del
servicio de primeros auxilios del colegio.
El salón de actos bullía… todos
hablaban al mismo tiempo, lo que dificultaba al Director su interés de
establecer un poco de orden y permitirle así decir algunas palabras, antes del
esperado viaje de Fin del Bachillerato.
Una vez que hubo silencio, y
apurándose, pues no sabía cuánto tiempo duraría, expresó su deseo de que
disfrutaran de la excursión y, además, les recordó que estaban representando al
Colegio, por lo tanto solicitó encarecidamente que se desenvolvieran respetando
las consabidas reglas de comportamiento.
Apenas escucharon la última frase
–FELIZ VIAJE-, la batahola recomenzó y ya era imposible sofocarla…
El día previo al viaje programado al
Norte, Ernesto estaba en la oficina del encargado, había ido a recibir la
necesaria documentación pertinente, y para ultimar detalles. Durante la
revisión comprobó que faltaba la ficha del examen final del micro, con la firma
autorizada del Jefe del Taller. Sobre este punto llamó la atención a su
superior y éste le respondió en forma bastante despectiva: - Siempre buscando
las cuatro patas al gato, Ernesto, ¡TODO ESTÁ EN ORDEN!, déjate de poner
hincapié en menudencias.- y antes de escuchar respuesta alguna, agregó: - Ahhh, y si no quieres hacer este viaje, dilo
ya, así tengo tiempo de buscar quien te reemplace…
Siendo las seis y media del Martes
quince, media hora más tarde de lo planeado, los eufóricos estudiantes
empezaron a subir al micro de la Compañía “Nosotros en el camino”; Camila y
Johana, apostadas a ambos lados de la escalerilla para ascender, controlaban en
la lista preparada, los nombres de los que subían.
Aquello parecía una fiesta, risas y
gritos, un batifondo infernal; los padres abrazando a sus hijos, aprovechando
de darles los últimos consejos y recomendaciones.
Hubo un pequeño altercado entre uno de
los alumnos que quería, a toda costa, subir al micro con su mochila, y el
chofer le repetía, una y otra vez, que el equipaje debía acomodarse en las
bauleras situadas a ambos lados del vehículo, en la parte inferior, y que
podían subir solamente con un pequeño bolsito de mano. Tuvo que intervenir
García, de la Comisión de padres, para hacer entrar en razones al ofuscado
jovencito, que ya había amenazado con renunciar a la excursión si no accedían a
su pedido.
Después que se puso bien claro que no
estaba obligado a viajar, y además, no por ello el viaje se suspendería,
recapacitó, quizás no tanto por las explicaciones recibidas, sino por los
gritos de varios de sus compañeros que lo acusaban de entorpecer la partida.
Con un retraso de una hora, según se
había programado, Ernesto cerró las puertas y puso en marcha el micro. Afuera,
en la estación, decenas de manos en alto despedían al contingente.
¡Estaban en camino!
El chofer observó la planilla, allí
figuraba que debía llegar a San Salvador de Jujuy a las cinco de la tarde del
día siguiente, contaba con un margen de apenas treinta minutos… y ya había
perdido más de una hora entre una y otra cuestión. Si no cumplía con el horario estipulado le descontarían del sueldo el premio a la
puntualidad. La empresa donde trabajaba era muy estricta a la hora de realizar
descuentos en los salarios, no así en otros rubros. Y Ernesto tenía muchas
bocas para alimentar.
Los chicos habían resuelto
hospedarse primero en Purmamarca/Jujuy, recorrer sus maravillosos paisajes,
entre ellos la Quebrada de Humahuaca y su Cerro de los Siete Colores, y además
conocer el folklore de esa región del norte argentino. Llegado el cuarto día se
trasladarían a Salta, donde visitarían sus lugares más emblemáticos, como por
ejemplo el Tren a las Nubes y Cafayate. La duración total del tour, incluidos
viajes de ida y vuelta más estadía, había sido establecida en diez días.
Camila y otros compañeros pretendían
abarcar también la provincia de Tucumán, pero no les alcanzaba el tiempo y
tampoco el presupuesto… el norte se hallaba muy lejos de Buenos Aires, su punto
de partida.
Ernesto esperó el ingreso a la ruta
para pasar a otra velocidad, sabía que llegando a la altura de Catamarca no
podría hacerlo, dadas las condiciones del camino. Debía recuperar la hora
perdida durante la salida y ése era el momento.
A medida que transcurría el tiempo
el fervor de los chicos se iba apaciguando. La azafata ya les había repartido
la vianda con la cena, era de noche y algunos reclinaron sus asientos para
dormir. El profesor de Geografía, que viajaba en el primer asiento del micro junto
a García de la Comisión de padres, se ponía de pie de vez en cuando para
controlar que todo estuviera en orden. La enfermera se hallaba ubicada al fondo
de todo, al lado de la camarera, y cuando esta última disponía de tiempo libre,
se ponían a conversar.
Al tomar un poco de velocidad,
Ernesto notó en el volante un cierto vibrar, en especial cuando giraba a la
izquierda; al principio no le dio importancia, pero después de unos cuantos
kilómetros decidió revisar el posible desperfecto; avisó a los encargados de la
excursión que se desviaría un poco de la ruta asignada, para comprobar el
estado de las ruedas del micro. Llegaron a una estación de servicio, muy
cercana a la ciudad de Tucumán, la mayoría de los alumnos continuaban durmiendo
y algunos levantaron sus cabezas… ¿qué pasa, por qué paramos?... ¿ya
llegamos?... La camarera, acostumbrada a problemas durante el viaje, caminaba
por el pasillo y calmaba a los preguntones… todo está bien, sigan durmiendo,
nos paramos para cargar nafta, quédense tranquilos…
De acuerdo con su experiencia,
Ernesto creyó conveniente cambiar la rueda delantera izquierda, que era la
problemática; calculó que ello demandaría unas dos horas, pues deberían esperar
la llegada del gomero, a quien habían llamado para efectuar el trabajo.
Para entonces más de la mitad de los
jóvenes pasajeros estaban despiertos, y el silencio nocturno se retiró para
dejar lugar a un inesperado amanecer, que se presentaba lleno de sorpresas.
La estación de servicio contaba con
un pequeño autoservicio y algunos aprovecharon la pausa obligada para descender
del micro. Los chicos compraron snacks, golosinas y gaseosas, mientras que
García obtenía un café cortado de la máquina expendedora. El profesor de
Geografía permaneció en el micro para controlar a los que continuaban en él, en
especial a Bermúdez, que había sido el que protagonizó el altercado con el
conductor, y quien se mostraba molesto por la demora.
Transcurrieron más de dos horas
hasta que el vehículo estuvo en condiciones de reiniciar la marcha. Ernesto
cedió su lugar a Abel, el chofer de relevo, y se dispuso a descansar para
recuperar energías.
El sol se insinuaba con timidez en
el horizonte, una densa capa de nubes amenazaba con desplazarlo de un momento a
otro. Mientras más avanzaban hacia el norte, el cielo se volvía más gris y
desafiante. El viento traía un inconfundible aroma a lluvia… y ésta no demoró
en llegar con toda su fuerza.
Abel quiso poner en funcionamiento
el limpiaparabrisas, pero éste no respondió y el vidrio frontal del micro pronto
se vio tapado por una cortina de agua, que impedía por completo la visión
exterior. De inmediato dio aviso del problema a su compañero, quien se
incorporó enseguida y le aconsejó desviarse hacia la banquina.
Los ocupantes de los primeros
asientos manifestaron su inquietud ante lo que estaban presenciando y la
azafata les solicitó mantener la calma, como si eso fuera posible.
La calzada se hallaba resbaladiza y,
pese a que Abel había comenzado a disminuir la velocidad con intención de
detenerse, no pudo evitar el impacto. Un animal de gran porte se apareció de
repente y nada pudieron hacer, ya lo tenían encima.
Tercera parte
La colisión fue impresionante… todos
los pasajeros recibieron un cimbronazo que a más de uno lo sacó de su asiento.
Abel incrustó su cabeza en el parabrisas…Ernesto, que estaba parado en el
pasillo, fue arrojado sobre la ventana de la puerta derecha del micro…Graciela,
la azafata, cayó de bruces y resbaló hacia la parte delantera del vehículo…los
gritos, llantos y quejas de dolor se convirtieron en instantes en un concierto
ensordecedor…García tomó las riendas del asunto, con rapidez logró abrir la
puerta trasera y ordenó descender y esperar afuera a quienes pudieran hacerlo.
En medio de los golpeados y algunos
heridos, apareció el valentón Bermúdez, que empezó a ayudar a sus compañeros,
guiándolos hasta la salida.
A todo esto, Ernesto consiguió
levantarse, un hilito de sangre corría desde su ojo izquierdo, sin
titubear fue a socorrer a su compañero.
Abel estaba inconsciente, el golpe había sido muy fuerte, tenía toda la cara
bañada en sangre…trató de sacarlo de aquella posición, pero se percató de que
un trozo grueso de vidrio le estaba aprisionando un hombro… era urgente
alejarlo de tal situación, de modo que miró a su alrededor buscando algo para
hacer palanca y así socorrerlo. El Profesor de Geografía apareció con un
hierro, resto de un asiento, y trató de desenganchar al chofer, después del
segundo intento, lo logró… juntos levantaron a Abel y lo recostaron sobre dos
asientos que estaban cerca. Instantes después la azafata, ya bastante
recuperada, aunque todo su cuerpo daba señales de los golpes recibidos, se
acercó provista de una caja de primeros auxilios, y con una demostrada maestría
se dedicó a la atención del mal herido chofer.
Camila gritaba pidiendo ayuda. Su
amiga Johana se encontraba dormida y con el asiento reclinado en el momento de
la colisión, por ello no tuvo oportunidad de responder con un movimiento de su
cuerpo, que atenuara el efecto del impacto. Su cabeza se sacudió con tal vigor,
que terminó golpeando contra el vidrio de la ventanilla contigua y provocando
su rotura. Un pedazo del mismo se introdujo en su cuello, del cual comenzó a
manar gran cantidad de sangre, comprometiendo su vida. La chica quedó inconsciente,
a raíz del golpe y la pérdida de sangre, y de inmediato fue socorrida por
Estela, la enfermera provista por el colegio, quien por fortuna se hallaba
ilesa, gracias a que viajaba en la parte trasera del micro.
De todos los heridos, que sumaban
veintisiete, Johana y Abel eran los que revestían mayor gravedad y debían ser
conducidos lo antes posible a un centro de atención.
García se comunicó con el servicio
de emergencias para solicitar varias ambulancias, las que se demoraron más de
lo debido a causa de la lluvia, cuya intensidad había mermado, pero no dejaba
de ser un problema en casos como éste.
Transcurridos diez minutos se oyeron
las sirenas, la prioridad en el traslado la tenían Johana y el chofer, ambos
con aparente traumatismo de cráneo.
García y Ernesto cargaron a Abel,
mientras que el profesor de Geografía y la enfermera se ocuparon de llevar a la chica con sumo
cuidado.
Camila había entrado en una crisis
de nervios y debió ser calmada por Graciela, la azafata, quien la contuvo hasta
que un paramédico se hizo cargo de su atención.
Los que habían salido por la puerta
trasera del micro observaban cómo se mezclaba el agua caída sobre la calzada
con la sangre del vacuno muerto a causa del choque. Mientras algunos chicos se
compadecieron del animal, otros lanzaban exabruptos dirigidos a éste, echándole
la culpa por lo acontecido.
En todo caso, la pobre vaca había
estado en el lugar equivocado en el momento inoportuno, como se suele decir a
veces…
Las dos primeras ambulancias que
partieron rumbo al hospital de Tucumán fueron las que transportaban a Johana y
Abel, se acoplaron como acompañantes Camila y Ernesto en cada una.
Lentamente fueron llegando otras
ambulancias para socorrer a los demás heridos; un grupo de enfermeras y
paramédicos iban determinando la urgencia de cada caso; una decena de policías
mantenían el orden en lo que a primera vista pareciera una batalla campal.
Al cabo de unas dos horas, todos los
heridos habían sido evacuados rumbo a la capital y diseminados en varios
centros médicos para su atención.
Después de dejar a su compañero en
manos expertas, Ernesto entabló comunicación con la compañía de transporte para
informar del trágico accidente y requerir ayuda para afrontar el lamentable
suceso.
A todo esto, la dirección del
Hospital Central se había puesto en contacto con la Dirección del Colegio, al
cual pertenecía la delegación de alumnos, tanto García como Hernández (el
profesor de Geografía) estuvieron presentes y participaron de las
notificaciones pertinentes.
Lo que comenzó como un sueño se
convirtió, de improviso, en un sangriento episodio que nadie hubiera imaginado
que podría ocurrir.
La demora en la partida, el cambio
del neumático en mal estado, la tormenta, el limpiaparabrisas averiado y, por
último, la vaca que se cruzó en el camino fueron episodios concluyentes, que se
fueron encadenando para converger en el siniestro.
Haciendo un análisis de lo ocurrido,
la responsabilidad inicial correspondería al alumno Bermúdez, sin cuya
intervención que retrasó la salida habrían podido adelantarse a la llegada de
la lluvia, poniendo distancia con el lugar en donde tuvo lugar.
De igual modo, si la empresa hubiera
provisto ruedas en buenas condiciones, tampoco habría sido necesario detenerse
a cambiar una de ellas, hecho que acentuó aún más la demora y los enfrentó a la tormenta.
Y si no hubiera llovido… y si el
limpiaparabrisas hubiera funcionado… y si ese animal no se hubiera cruzado…
Pese a todas las conjeturas, no cabe
duda de que el principal responsable del accidente fue la empresa de
transporte, cuya negligencia quedó de manifiesto desde mucho antes de poner en
marcha el vehículo.
Muchas familias están a merced de
sujetos inescrupulosos, que abaratan costos en el mantenimiento de sus unidades
y las ponen en ruta sin el debido control, familias cuyos hijos abordan micros
con la ilusión pintada en sus rostros y que no siempre regresan con vida.
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Autores
Laura Camus (Argentina)
Beto Brom (Israel)
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*Registrado/Safecreative N°1708133282315
*Imágenes de la Web
*Música de fondo: THOMAS NEWMAN/Next Place/by Joe Black
Se levantó más temprano que de costumbre, no obstante le agrada gozar el calorcito de las suaves frazadas y dejar libre su pensamiento en esos momentos de modorra o mejor dicho de "mimosearse a sí misma"; algo la casi obligó a salir de la cama, calzó sus preciosas pantuflas, regalo de su mami, en el último cumpleaños, ese que no se alegró mucho de festejarlo, pues le anunciaba que había cambiado de decena, y quisiera o no, ya estaba en la tercera. Sí, un ruido raro... pareciera venir del salón...al salir de la habitación, el ruido cesó, encendió la lámpara del pasillo y lentamente fue al salón, y allí se encontró con un enmascarado que trataba de escapar por el ventanal que daba al jardín...el susto junto a la sorpresa de ambos, los dejaron quietos, sin saber lo que hacer...
-No se asuste, no robé nada, ya me voy...
-¿Quién eres...que haces en mi casa?... ¿Si no viniste a robar para que estás aquí?- mientras hablaba los dientes le tiritaban del miedo.
El sorprendido intruso, al ser descubierto, trató de huir, pero dio un mal paso y cayó al enredarse con el grueso cortinado.
Betty, aprovechó el desliz...corrió hasta su celular para solicitar ayuda...
-No señorita, no llame a la policía, ¡¡POR FAVOR!! No robé nada, repito, no hice ningún daño, perdóneme- mientras expresaba esas palabras, trató de incorporarse, pero no lo logró pues la dueña de casa le arrojó el florero que estaba sobre la mesa, y con tan buena puntería que cayó justito sobre su cabeza, y en dicho momento, perdió el conocimiento.
Betty asustada miró como brotaba un hilito incesante de sangre de la cabeza del intruso, atemorizada no acertaba a pensar claramente tenía nervios, miedo, y una sensación de escalofrió recorrió su cuerpo, olvido la llamada por teléfono, que minutos antes intentaba hacer, y rápidamente corrió a su clóset donde solía guardar algunos medicamentos y enseres para primeros auxilios, tomó agua oxigenada, vendas, jabón, alcohol, y tela adhesiva...cogió con miedo la cabeza del intruso y observó sus facciones bellas, casi infantiles de aquel mozalbete... algo de sus recuerdos juveniles se movió, en su mente aparecieron ante sus ojos sus padres rígidos, severos e irracionales.¿ por qué no le había permitido hacer las cosas bien con su novio Arturo?
Ese joven que antes miedo le había dado... se parecía mucho a un novio antiguo...y además...de repente el joven se empezó a incorporar e intento levantarse...y enfadada le dijo: ¿Oye quién eres? y el chico dijo asustado…-¿Dónde estoy?- al tiempo que se frotaba la cabeza...
Betty se asombró de la reacción del joven ladrón; pensó sobre la posibilidad de que el golpe recibido por el jarrón haya ocasionado la pérdida de la memoria, pero estos pensamientos poco duraron y quiso convencerse de que todo era producto de un ardid del asaltante para evitar posibles y nada agradables consecuencias si es que ella decidiera llamar a la policía, para que aclare el asunto.
-Escúchame, ladronzuelo barato, termina de una vez con este teatro, no creo tu escena de la perdida de la memoria, pues entonces, me dices quien eres, y porqué asaltaste mi domicilio, rápido o en su defecto llamaré a la policía, y ellos ya sabrán cómo tratarte, no pretenderás que pierda más tiempo contigo, ¡¡mequetrefe!!
-No le miento, ¡por favor créame!...no recuerdo nada, no sé quién soy, ¿Qué tengo que hacer para que me crea?
Nuevamente Betty sintió un vértigo en el estómago, aquel chico de escasos diez y seis años se parecía a...no, no puede ser… Sentía algo por aquel joven, aún no entendía por qué le resultaba tan familiar. Su tez blanca, y su pelo...le recordaba al de Arturo, aquel muchacho que un día finalmente se acercó a ella y tímidamente deposito un beso en sus mejilla.
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Era un mañana fresca, clara y calurosas del mes de abril cuando al encaminarse a la escuela, Arturo la abordó, y sin más le estampó un beso dulce en sus mejillas.
Ella se ruborizó y a partir de aquel momento, siempre salían juntos.
Hasta que un día sintieron el amor inmenso al unirse los dos, pero él era solo un estudiante y ella, una chica de familia muy estricta. Muy pronto se dieron cuenta que, ella estaba perdiendo su delgada figura y temerosa de enfrentar a su familia, mintió argumentando que debía ir a otro pueblo a terminar sus estudios...allá nuevamente se encontró con Arturo, y un día esplendoroso tuvieron un hermoso niño; pero sus padres llegaron un día a la escuela donde dijo ella que estudiaba, y descubrieron que nunca había entrado a clases, investigaron y sus sueños felices se vinieron abajo... Ella regresó a casa y para evitar comentarios mordaces, dieron en adopción a su hijo. Betty procuraba investigar a donde se había ido su hijo, pero nunca lo supo, y Arturo también desapareció de su vida... sus padres se habían marchado con otra hermana y ella en su soledad los recuerdos le mordían al alma ahora este joven de tez blanca y joven se parecía a...su antiguo novio. La voz del joven la volvió en sí:
-¿Señorita le sucede algo? ¿La puedo ayudar?
Betty lo miró con lágrimas en los ojos y tiernamente lo abrazó y tomándolo de la barbilla le dijo:
-Estoy mejor que nunca… ¡ven vamos a curarte!, ¡te llevaré al hospital!
Así decía al tiempo que una sonrisa aparecía en su cara y en sus ojos una chispa de alegría radiante de volver a empezar...
Era tanto el anhelo de Victoria de tener una casa en el campo, alejada del mundanal ruido de la gran ciudad, que no titubeó al brindársele una ganga de una familia que se iba a otro país.
Así que ahora era propietaria de su sueño, bella, acogedora, espaciosa, cómoda, decorada con gusto, ambiente tranquilo y armónico, oyendo el trinar de las aves, el canto de los grillos, el croar de las ranas y sapos desde el aljibe cercano. ¿Qué más podía desear?
Ni corta ni perezosa, se mudó rápidamente con su niño Joaquín de seis añitos. Ella era madre soltera y le prodigaba el doble de amor, cariño, atención y ternura.
El infante estaba sorprendido y feliz. Se la pasaba jugando y curioseando la casa y el ambiente cercano. Ella lo miraba sonriente desde los grandes ventanales laterales, mientras escribía sus poemas y una novela la cual la ocupaba ya dieciséis meses y que titularía: “El derecho de ser feliz”
Después de un mes en que ya marchaba satisfactoriamente el proceso de adaptación, empezó a ver desde el rincón del estudio, una luz azul que se encendía y apagaba como un semáforo, en forma intermitente, llamando su atención y cierta curiosidad, despertando un pequeño temor al ocurrir todos los atardeceres cuando se opacaba la luz del sol y se empezaba a filtrar la oscuridad.
Recordó los cuentos de su abuela, sobre tesoros enterrados y selección de ciertas personas para que lo encontrasen.
Dejó de prestarle atención, concentrándose en otras actividades, pero resultaba difícil porque la luz se movía en zigzag y parecía llamarla…
Un atardecer decidió investigar el origen de aquel resplandor que ya se había convertido en una incógnita más que una molestia.
Salió de la casa, dio unos cuantos pasos en dirección hacia aquella luz…la obscuridad dijo presente…se animó a dar otros pasos… la intermitencia de aquella luz reapareció, aquí ya desapareció su duda, algo o alguien estaba jugando con sus nervios, arrojó al aire un ¿Quién anda por allí? …su grito llenó el terreno, el silencio de la luz inquieta y titilante, fue la única respuesta que logró recibir.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, estaba indecisa… ¿seguir o no?, su curiosidad se enfrentó a su miedo…y escuchó la voz de su hijo, que paradito en la puerta de la casa la reclamaba… ¿Mami, dónde estás?
Al día siguiente, después de desayunar, tomó una urgente decisión, viajaría hasta el pueblo para comentar con el comisario sobre la extraña luz que perturbaba la tranquilidad de su hogar.
Al día siguiente, después de desayunar, tomó una urgente decisión, viajaría hasta el pueblo para comentar con el Jefe de Policía sobre la extraña luz que perturbaba la tranquilidad de su hogar.
En el trayecto hacia la ciudad pensaba en que la mayor concentración de la luz azul que veía, estaba en el rincón del estudio y que se diseminaba hacia el recorrido que hizo persiguiéndola para constatar que se regresaban los haces de la misma, girando en círculos y concentrándose en el mismo.
Al llegar, a la Estación de Policía, narró al inspector de turno, lo que le ocurría. Él se mostró sumamente interesado y le dijo que allí vivió un señor que era muy rico y que comentaban que había dejado dinero enterrado.
Así que el inspector buscó un equipo que detecta metales y regresaron a la casa. Al llegar, inmediatamente fueron al sitio indicado, pasó el aparato en movimientos circulares y no funcionó. Quedaron de acuerdo que lo harían de noche. Cuando volvió el Inspector a punta de siete de la noche, el no veía la luz, Se retiró desanimado, pero se le olvidó su herramienta.
Al rato, tocaron la puerta y oh sorpresa… era el tío Ramón que venía a visitarla y a pasarse unos días. Después de acomodarlo y cenar, le contó lo que pasaba. Él le dijo que seguro era un fantasma que le quería decir o mostrar algo. Muy posible era dinero, tal vez morocotas que tenían mucho valor en su tiempo porque eran monedas de oro. Despertó tanto su curiosidad que se prestó a colaborar.
Llegó nuevamente la luz azul que él no veía, lógicamente, porque la aparición era para ella, la seleccionada, y entonces decidió ignorar aquellos fantasiosos espejismos, que no resultaban completamente extraños, pues en más de una oportunidad, mientras estaba abocada en sus escrituras, se posesionaba en demasía, al punto tal que creía ver fantasmagóricas apariciones, como la actual.
No obstante sugirió a su tío, dejar de lado todo el asunto, éste, dueño de su acostumbrado deseo de resolver todo problema que encontraba a su paso, insistió en llegarse hasta el lugar de la supuesta luz, pues estaba convencido que era un señal, y por lo tanto, no era lógico olvidarse de tal anuncio, como lo consideraba. Y provisto de una buena pala, que siempre llevaba en su vehículo, dijo…
–Quédate tranquila, sobrinita, voy para allí y ya verás que lograré develar el secreto-
Pasa una escasa hora y vuelve a la casa don Ramón, con cara de cansado. Se sienta y con pausadas palabras explica…
-Mientras cavaba, creo haber escuchado una voz, por supuesto no vi a nadie, pero interpreté con suma facilidad lo que me decía…**Victoria es la que debe llegarse hasta aquí, pues para ella es el mensaje, el tesoro aquí enterrado, sólo ella tiene el privilegio de recibirlo, entonces ya podré descansar en paz verdadera**
La más que asombrada dueña de casa, no podía dar crédito a lo que escuchaba…
pero la curiosidad tiene cara de gato.
Aunque con cierto temor, se puso de acuerdo con su tío Ramón y decidieron después que se durmió su niño, ir a ver desde el comienzo de la luz detrás de la arboleda del patio.
Haciendo caso de que ella debía hoyar, lo hizo.
Al rato de su insistencia y de palear tierra, sonó algo metálico, era un cofre plateado.
El tío le hizo seña que lo abriera ella misma. Dentro había un mapa. Al revisarlo y estudiarlo, se dieron cuenta que el verdadero tesoro estaba en el rincón del estudio, donde la luz se visualizaba con mayor esplendor y energía.
Así que se fueron corriendo a la sala y se dedicaron a revisar minuciosamente cada rincón…en busca de un indicio, de alguna señal escondida…hasta que uno de los dibujos del panel de madera que cubría todas las paredes del recinto, les llamó la atención en demasía, como si por equivocación fue colocado al revés; palparon, dieron unos suaves golpecitos…nada ocurrió…hasta que se percataron de un casi insignificante circulo de color negro, que ahora les resultó completamente llamativo entre el contorno. El tío Ramón, provisto de un cuchillo de punta, traído de la cocina, apretó sobre tal punto, que ante la sorpresa de ambos, cedió…un pequeña puertita se abrió ante sus ojos, un protegido hueco guardaba en su interior un bolsa de tela gruesa, al extraerla del escondite, percataron con suma claridad, el tintineo típico de monedas…colocaron el hallazgo sobre la mesa…decenas de monedas, aparentemente de oro alumbraron sus ojos, una trozo de papel las acompañaba, un preciosa caligrafía anunciaba…
///Cada moneda representa un año de mi paso por este mundo, afortunado el acreedor de ellas ///
Sin dudarlo, las contaron, ochenta y ocho. ¿Tendría eso algún significado? Bueno, ante la tremenda sorpresa y emoción no pensaron más en eso.
Ahora haría reparos necesarios a su recién adquirida casa, editaría algunos de sus libros, le daría algo a su tío Ramón... en realidad, pronto sabría el monto real en dinero del tesoro encontrado.
Como por arte de magia, o superstición quizás, al observar por la ventana, por más que trataron de apreciar la luz una y otra vez, ésta había desaparecido para siempre.
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Autores
Trina Mercedes Leé Montilla de
Hidalgo (Venezuela)
Presurosa era su caminata, Alberto miraba hacia ambos lados intentando
cruzar la carretera, había desesperación en su rostro, una llamada temprano
había recibido cuando apenas se levantaba... un rictus de
angustia invadía su ser, sin rasurar, despeinado, pasaba varias veces la
mano por su cabeza.
La inesperada noticia marcaría, con seguridad un antes y un después.
Nada seguiría igual.
Era el momento de tomar decisiones, y a la brevedad posible. Cualquier
tipo de demora podría convertir la realidad en un tormento, y no se lo
perdonaría jamás.
Lo que para todos era una simple carretera, como hay miles, para él
significaba traspasar a otra dimensión, a otro mundo, algo desconocido… pero no
obstante anhelado.
El viejo ermitaño, descansaba en su cubil, el tiempo no era su problema,
pero su mente completa de pensamientos, no le permitía conciliar el sueño.
Calculó que era el día pactado, no tenía dudas al respecto. Él, su compinche de
aventuras, ya debería haber llegado. Una sensación de duda invadió su cuerpo…
Alberto había olvidado el camino,
recordaba vagamente un sendero rocoso, cuesta arriba, aunque debía cruzar una
parte selvática antes de emprender el ascenso… Su desesperación era tal que se
movía nervioso, tenía apenas dos horas para llegar a la cita. ¿Y si no lo
encontraba? ¿Y si su madre se había equivocado? ¿Si su llegada era demasiado
tarde?
El corazón le dio un vuelco de esperanza
al ver que sobre la carretera se acercaba una vieja carreta…
-Buenos días Alberto.
-Buenos días Don Luis.
-¿A dónde vas con esa cara?
-¿Podría llevarme por favor hasta la curva a la selva?-dijo Alberto
angustiado.
-Debo darles de comer a los animales, además están cansados.
-¡Por favor! es urgente, debo ver al curandero de la montaña, algo malo
va a suceder…
-Ummm, bueno- deja bajo el rastrojo- a ver si los muchachos vienen y lo
recogen, arriba pues…
El clop clop de la carreta rompía el
silencio del camino…
Lo que imaginó que sería un corto camino,
resultó una hora larga en ese precario carromato que los años no habían logrado
vencer. Inclusive sacó la cuenta que de haber hecho el tramo a pie no le
hubiera resultado más tiempo.
-Aquí me bajo, Don Luis, mucho agradezco su servicial gesto, que tenga
un buen día…
-No es nada, muchacho, ojalá llegues a tiempo, y dale mis saludos a tu
querida madre.
Y emprendió el ascenso…el sendero le
pareció el acertado, apretó el paso y a los pocos minutos ya estaba
adentrándose en una maraña de piedras y matorrales, que bastante dificultaban
la marcha.
A medida que el tiempo corría, y el
visitante brillaba por su ausencia, el anciano terapeuta, amante y sabedor de
que el tiempo y la paciencia son los mejores compañeros del hombre, salió a la
intemperie, ubicó su escuálido cuerpo a la sombra del legendario árbol que
conocía sus rezos y plegarias, y esperó…
Allá a
lo lejos venía Alberto, sin más carga que una chamarra que llevaba en la
espalda amarrada al cuello, sudoroso, agitado y cansado llegó a los pies del
anciano.
-Sábete muchacho- le dijo apenas llegaba a
la cima- Desde aquí se puede apreciar el peligro que se avecina. Mira allá a lo
lejos, la civilización se acerca a pasos agigantados, rompen el silencio, me
queda poca vida, no tengo a quien dejar mis años de investigación...los hongos
tienes propiedades fantásticas.
Dichas
palabras, en boca de aquel maestro, pues así lo consideraba, fueron con un
aviso de atención, para el asombrado Alberto. Miró hacia donde señalaba su guía
espiritual, y comprobó que como bien lo expresó, una gruesa e indefinida
muchedumbre comenzaba a expandirse a lo largo y ancho del cercano horizonte.
-Te considero mi brújula, indícame mi
norte…mis oídos prontos para recibir tus sabias premoniciones, las escucho…
-¡Ven te mostraré unos
objetos que guardo desde hace tiempo! Los tengo acá.
Caminaron
cuesta abajo, un tramo corto por una angosta vereda,… llegaron hasta una piedra
enorme y detrás, en un recoveco pequeñoestaba la entrada a un
covacha que hacía las veces de hogar. Una mesa pequeña, dos mantas, una piel de
cordero, era lo único que contenía el ermitaño sabio.
En
una grotesca repisa cavada sobre la misma roca había unos trozos pequeños
de roca brillantes… y en unos frascos cristalinos cierto polvo a semejanza de
café grisáceo.
-Esto es lo que te quiero dar, es mi tesoro
y vale una fortuna, mira… - le dijo al tiempo que le extendía un frasco con
polvo.
La
cueva estaba magníficamente iluminada con ojuelos que permitían la entrada de
luz del exterior.
-¿Quées esto?¿Porqué vale tanto éste polvo? ¡No entiendo! …¡Parece tierra!
-No te dejes engañar por las apariencias-
musitó el sabio.
-Éste polvo lo he recopilado durante varios
años, ¡son esporas!, ¡sí!¡Esporasde los hongos!, los únicos
hongos que pueden curar a los indígenas, los hombres blancos leshan traído muerte, son
portadores de virus que causan enfermedades a los que ellos, no son
inmunes.
Mi
tiempo se termina, poco puedo hacer por ellos, estos hongos únicamente crecen
en temporada fría y húmeda, aquí no crecerán… necesitas subir a la montaña delmacizo de Urucum, y esperar
dos meses a que broten, los colectarás y traerás para hacer medicamento… ¿crees
poder lograrlo?- preguntó el anciano pensativo.
-Lo intentaré, aunque no tengo ropa adecuada
ni equipo para escalar. Pero ¿y las rocas brillantes de que son?
-Veo que te han llamado la atención, así
también se las ha llamado a los hombres avariciosos de riqueza y poder, ¡míralas! ¡Es Manganeso!
Ellos
vendrán y destrozarán todo, nuestros indígenas su cultura y nuestro suelo…
Alberto guardó los
elementos recibidos en una especie de bolsillo que su madre había cocido en la
parte interior de su abrigo, agradeció al maestro las indicaciones y las ropas
propicias para emprender el camino. Sin perder más tiempo, partió acompañado de
un orgullo que desbordaba de su cuerpo, debía esforzarse al máximo para lograr
cumplir la consigna; comprendió que tenía en su poder todo lo necesario para
rescatar a todos aquellos que el destino hoy ponía el futuro en sus manos.
Camino hasta la cima del Urucum alimentándose
únicamente de hierbas silvestres, raíces y pescado seco. Regó parte del polvo cerca del tronco de los
hayales, encinos, robles, alcornoques y madroños.
No sabía dónde pudieran darse las condiciones
para el nacimiento de los hongos…así que decidió acomodarse cerca de una encina
y bajo su sombra hizo su hogar.
Un día escuchó voces raras y observó a mucha
gente extranjera que cavaba la tierra, ¡lo que temía!
La montaña ya estaba siendo destrozada por
aquellos inconscientes.
El rio Tinto llevaba residuos y materia que
mataba a las especies.
¡Había llegado tarde y la naturaleza lo
resentía!
Mientras tanto el anciano esperaba y miraba al
cielo suplicando un milagro… de pronto un águila dejo caer la chamarra de
Alberto cerca de él.
Tomo su bastón y con su cansado cuerpo camino a
la cima del Urucum, y encontró a Alberto muerto... ¿por qué no le había hablado
de los riesgos al olerlo?